miércoles, 29 de abril de 2009

En lo que creo por J.G.Ballard

Creo en el poder de la imaginación para rediseñar el mundo, para liberar la verdad que vive dentro nuestro, para contener la noche, para trascender a la muerte, para encantar a las autopistas, para congraciar a los pájaros, para ganarnos la confianza de los locos.

Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de un balneario desierto, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos para coches de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados.

Creo en las pasarelas olvidadas de Wake Island, que apuntan al Pacífico de nuestras imaginaciones.

Creo en la misteriosa belleza de Margaret Thatcher, en el arco de sus fosas nasales y el brillo de su labio inferior; en la melancolía de los conscriptos argentinos heridos, en las sonrisas hechizadas del personal de las estaciones de servicio; en mi sueño sobre Margaret Thatcher siendo acariciada por ese joven soldado argentino en un motel olvidado, observados por un empleado de estación de servicio tuberculoso.

Creo en la belleza de todas las mujeres, en la perfidia de sus imaginaciones, tan cercana a mi corazón; en la unión de sus cuerpos desencantados con las encantadas cintas de las cajas de supermercado; en su cálida tolerancia a mis perversiones. Creo en la muerte del mañana, en un tiempo exhausto, en nuestra búsqueda de un nuevo tiempo en las sonrisas de las azafatas y los ojos cansados de controladores aéreos en aeropuertos fuera de temporada.

Creo en los órganos genitales de los grandes hombres y las grandes mujeres, en las posturas corporales de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Lady Di, en los dulces hedores que emanan de sus labios cuando se ponen frente a las cámaras de todo el mundo.

Creo en la locura, en la verdad de lo inexplicable, en el sentido común de las piedras, en la locura de las flores, en la enfermedad guardada para la humanidad por los astronautas del Apollo.

Creo en nada.

Creo en Max Ernst, Delvaux, Dalí, Tiziano, Goya, Leonardo, Vermeer, De Chirico, Magritte, Redon, Durero, Tanguy, Cheval, las Watts Towers, Boecklin, Francis Bacon, y todos los artistas invisibles que están en instituciones psiquiátricas del planeta.

Creo en la imposibilidad de la existencia, en el humor de las montañas, en el absurdo del electromagnetismo, en la farsa de la geometría, en la crueldad de la aritmética, en las intenciones asesinas de la lógica.

Creo en las mujeres adolescentes, en su corrupción por la propia postura de sus piernas, en la pureza de sus cuerpos desordenados, en los rastros de sus genitales dejados en baños de moteles gastados.

Creo en el vuelo, en la belleza del ala, y en la belleza de todo lo que alguna vez ha volado, en la piedra arrojada por el niño pequeño que lleva consigo la sabiduría de hombres de estado y parteras.

Creo en la amabilidad del escalpelo del cirujano, en la geometría sin límites de la pantalla de cine, en el universo oculto dentro de los supermercados, en la soledad del sol, en la cháchara de los planetas, en lo repetitivo de nosotros mismos, en la inexistencia del universo y el aburrimiento del átomo.

Creo en la luz que las grabadoras de video proyectan en las vidrieras de los negocios, en los conocimientos mesiánicos de los radiadores de los coches de showroom, en la elegancia de las manchas de aceite en los hangares de los 747 estacionados en aeropuertos.

Creo en la no existencia del pasado, en la muerte del futuro, en las infinitas posibilidades del presente.

Creo en la degeneración de los sentidos: en Rimbaud, William Burroughs, Huysmans, Genet, Celine, Swift, Defoe, Carroll, Coleridge, Kafka.

Creo en los diseñadores de las pirámides, del Empire State Building, del Fuehrerbunker de Berlín, en las pasarelas de Wake Island.

Creo en los olores corporales de Lady Di.

Creo en los próximos cinco minutos.

Creo en la historia de mis pies.

Creo en las migrañas, el aburrimiento de las tardes, el miedo a los calendarios, la traición de los relojes.

Creo en la ansiedad, la psicosis y la desesperación.

Creo en las perversiones, en el enamoramiento con los árboles, en las princesas, los primeros ministros, las estaciones de servicio abandonadas (más hermosas que el Taj Majal), las nubes y los pájaros.

Creo en la muerte de las emociones y el triunfo de la imaginación.

Creo en Tokio, Benidorm, La Grande Motte, Wake Island, Eniwetok, Dealey Plaza.

Creo en el alcoholismo, las enfermedades venéreas, la fiebre y la fatiga. Creo en el dolor. Creo en los chicos.

Creo en los mapas, los diagramas, los códigos, los juegos de ajedrez, los acertijos, la tabla de horarios de las aerolíneas, los indicadores de los aeropuertos. Creo en todas las excusas.

Creo en todas las razones.

Creo en todas las alucinaciones.

Creo en todas las furias.

martes, 28 de abril de 2009

Un ensayo de Robert Hughes sobre Francis Bacon

http://www.guardian.co.uk/artanddesign/2008/aug/30/bacon.art/print

La casa desaparecida por María Andrea Díaz

Hay canciones que a veces hubieras preferido no haber hecho, pero al principio lo decis por comodidad, creo. Esta siempre fue una canción incomoda, la que voy a cantar ahora, fue incomoda cuando la hice, fue un parto a leche cuando tenía treinta y siete años, creo que me llevó treinta y siete años de escribirla y creo que la escribí en una hora. La música ya la tenía ahí media guardada en algún rincón, en algún cajón, y en un momento sucede esto: que no sé exactamente de que se trata, pero creo que tampoco sabemos bien el lugar en el que vivimos de que se trata, pero a lo mejor puede ser una pista para intentar comprenderlo ¿no?. La casa desaparecida"
Fito Paez

Existe un mito dentro la literatura fantástica y el pensamiento antiguo, que prescribe la repetición indeterminada de los sucesos si estos no se viven hasta el final. Entonces la psicología habla de traumas y de búsquedas inconscientes de patrones, quizá para referirse a la dinámica cíclica de erupciones y subibajas, con las que siempre han cortejado ese conjunto de relatos locales que entretejen la historia universal. La Casa Desaparecida, del cantautor argentino Fito Paez, es además del single más político escrito en toda su carrera musical, la radiografía de una época y de las costumbres de un país latinoamericano como cualquier otro, del cual el "artista" siempre hace parte, con sus oligarquías y sus procesos de levantamiento y sumisión, motorizados según parece, por los partidos políticos polares de paso.

Eran las 21:18 horas en altamar del cono sur, cuando el Capitán de Corbeta Guillermo Sánchez –Sabarots, envió el primer gran grupo de embarcaciones a encallar sobre las aguas de Mullet Creeck bajo el plan de ataque Operación Rosario, considerado hoy por algunos historiadores, como el punto de partida de una cadena de deslices, cometidos por las fuerzas armadas durante la guerra por las Malvinas, en un periodo de turbulencia y represión política denominado Proceso de Reorganización Nacional. Como el resto de países vecinos de la época influenciados por la dinámica política intercontinental, Argentina continuaba enfrentando la amenaza del comunismo, que además de proclamar a diestra y siniestra una utópica* igualdad social, (también terrible a su modo, en la medida en que promulgaba otra clase de sometimiento general de la voluntad) saboteaba las causas supremas de la Patria por uno de los modos más subversivos que existe: poniendo en cuestión las certezas de sus dirigentes.

Casi en la misma línea de acción pero por otros medios, década y media después de la caída de la cuarta y última junta militar que había administrado a Argentina desde 1976, luego del derrocamiento del gobierno de derecha peronista, encabezado por María Estela Martínez de Perón en su condición de vicepresidenta tras la muerte de su esposo Juan Domingo Perón, Fito Paez lanza La Casa Desaparecida, en su duodécimo álbum Abre bajo el slogan "pequeña teoría acerca del fin de la razón”, que además de rendir homenaje, de alguna manera, a todos los desaparecidos en defensa de un orgullo y una “bandera enloquecida”, recluidos como presos de un credo político en los centros clandestinos de detención, esboza con titubeo la estructura religiosa que soporta sin discriminación cualquier clase de actividad política, siempre violenta y monoteísta, que tiene su origen en la incertidumbre y en la entrega a una creencia compartida colectivamente, con la que se debe componer si se quiere adherirse a la dinámica de toda interacción social, que a su vez se proyecta como la única puerta de acceso al reconocimiento - quizá a través del otro - de la identidad propia.

Como sucede cuando escuchamos un choque o un tiro a quemarropa, disipador del clima de jaleo de la calle que atravesamos al ritmo de nuestro propio caminar, a pesar de la sencillez de sus acordes, hay que decirlo, los primeros encuentros con esta canción pueden resultar más que turbadores. Y no solo porque quien la cante siga siendo en el fondo un pibe exasperantemente voluble y lleno de contradicciones, si no porque muy a pesar de otros puntos de vista que reivindican la música como un fin en sí mismo, al igual que el performance, el cine, la pintura y otras variaciones, el arte jamás escapa de ser un problema que se embrolla, cae y se pierde en sus propios ardores, desintereses y problemas de intencionalidad. Aquí, lo que nos recuerda La Casa Desaparecida es, aparte de “nuestra nada de la historia universal, de la argentina ensimismada, que contiene enciclopedia de uno mismo”, el problema y la ventaja del trance de un outsider, que no se sabe si es un genio o un desequilibrado por las cosas que piensa y no mide cuando habla, porque eso depende de la acogida o el rechazo que, paradójicamente, reciba de su propia comunidad.

Es aquí donde el mito del hombre moderno, causa de sí mismo, racional o librepensador en el mejor de los casos, queda completamente invalidado frente a otra figura que renuncia a las propias convicciones, cediendo a su necesidad instintiva de afecto. All you need is love, cantaron los Beatles. ¿Tenían razón? Etnográficamente, si la supervivencia está de antemano garantizada, creo que sí. De todas formas, sabemos que Fito vive flipado yendo de aquí para allá con los suyos, como si fuera el Don Quijote de canciones, rumbas de piano y magia, convencido de que los molinos de piedra son los gigantes invencibles, creyéndose el chiste, no sabemos si con amargura, "la ventaja de no pertenecer."

The name of this band is Talking Heads por Juan Manuel Rodríguez A.

The Name of This Band Is
Talking Heads
[Expanded Edition]
[Sire; 2004]

Sin exagerar, los Talking Heads fueron una de las bandas más interesantes en la historia del rock. Partiendo desde un estilo de pop-rock amistoso y sencillo, fueron puliendo su sonido, haciéndolo cada vez más complejo y experimental; aún así, sus sencillos se volvieron éxito en la radio, su concierto-documental Stop Making Sense [1]es considerado uno de los mejores del género[2], cuatro de sus trabajos discográficos (Remain in Light, Talking Heads:77, More Songs About Buildings and Food y Stop Making Sense) fueron nombrados en la lista de los 500 mejores álbumes de la historia por la revista Rolling Stone[3] y su estilo musical ha influenciado otras grandes bandas como Radiohead (quienes tomaron su nombre de una canción del álbum True Stories), los Pixies y más recientemente, Vampire Weekend; En fin, desde el principio de su carrera, los Talking Heads se encargaron de producir algunas de las mejores piezas musicales que jamás hayan podido existir.

Adeptos en el arte, los integrantes de este grupo se caracterizaron por su admirable habilidad de hallar nuevos modos de hacer música. Cada uno de sus álbumes es una exploración más profunda de algún aspecto planteado con anterioridad; su disco de 1980 Remain in Light, que mostraba una fuerte influencia del funk y de la música tribal africana fue aclamado no solo por sus influencias sino por el impecable trabajo de producción de Brian Eno, un renombrado compositor británico con el que la banda trabajó gran parte de su carrera, convirtiéndose así en una de las mejores grabaciones de los años 80. El cambio en la dirección musical de los Talking Heads fue tal que para el tour del álbum, fue necesario agregar una multitud de músicos para interpretar el nuevo material, entre los que figuraban Andrew Belew y el tecladista de Funkadelic, Bernie Worrell.

Hasta el 17 de Agosto del 2004, el disco en vivo más conocido de los Talking Heads era Stop Making Sense de 1984 (la banda sonora del ya mencionado documental), y aunque el álbum es un excelente artículo histórico que logra capturar la esencia del grupo y la energía de sus legendarias presentaciones en vivo, lo hace solo en el momento en que la banda se encontraba en la cima de su carrera artística: cuatro años después de su trabajo más aclamado (el ya mencionado Remain in Light en 1980) y solo uno después de su álbum más exitoso comercialmente, Speaking in Tongues en 1983.

Así, como se mencionaba al principio, las presentaciones en vivo de esta época constaban de por lo menos 10 músicos para poder interpretar la oscura alienación de los ritmos africanos de su álbum de 1980 y los éxitos más orientados a la música electrónica de su otro trabajo. Sin embargo, mientras dichos discos establecieron a los Talking Heads como una de las bandas más exitosas de su época, fueron los tres trabajos anteriores a estos (el pop de su début Talking Heads: 77, el dance-rock de More Songs About Buildings and Food y la aventurada experimentación de Fear of Music) las bases de dicho logro.

Esta nueva edición doble de The Name of This Band Is Talking Heads cumple su objetivo magistralmente ya que, además de retomar lo planteado en el disco en vivo anterior (dejando de lado la época de Speaking in Tongues, en la que Talking Heads se volvió una banda popular), también nos muestra a la banda en sus comienzos. La primera pista, “New Feeling” data de 1977, cuando el disco debut de la banda estaba fresco en las estanterías de las tiendas musicales; Las presentaciones en vivo del grupo solo constaban de los cuatro integrantes originales: David Byrne, Tina Weymouth, Chris Frantz y Jerry Harrison. Gracias a esto, los elementos más reconocidos de los Talking Heads, tales como la energía en la voz de Byrne, los precisos golpes de batería de Chris Frantz, los ritmos de Tina Weymouth y el excepcional conjunto de teclados y efectos de sonido proporcionados por Jerry Harrison se sienten con más fuerza que en pistas posteriores.

Gracias a la organización de las pistas del álbum, este actúa también como una excelente retrospectiva del trabajo de la banda. La evolución musical del grupo se hace evidente al cambiar del primer al segundo disco, dónde las improvisaciones instrumentales se hacen más frecuentes y complejas (El nuevo intro de la excepcional “Born Under Punches (The Heat Goes On)”, la euforia de la última pista “The Great Curve” y el constante fluir de los teclados en “Once in a Lifetime”). Por otro lado, el talento de David Byrne como letrista se hace más fuerte y consistente con cada canción: desde la ingenuidad del estudiante de arte, en canciones como “Found a Job” y los minimalistas éxitos pop como “Pulled Up” y “Who Is It?”, hasta las confesiones sentimentales de “Psycho Killer” y “The Book I Read”:

“Estoy escribiendo sobre el libro que leí;
Tengo que cantar sobre el libro que leí;
Me da pena admitirlo, pero me llegó al corazón;
Y descubrí que tú escribiste el libro que leí…
Toma mis hombros mientras tocan tus brazos;
Tengo escalofríos, pero me siento bien;
El libro que leí estaba en tus ojos…”

Sin embargo, casi al final de este primer disco, es decir, en el segmento en que incorpora canciones tanto de More Songs About Buildings and Food como de Fear of Music, la actitud del vocalista parece ir trasfigurándose en una figura más madura y con un nuevo enfoque y visión del mundo. El aborrecimiento a la cultura norteamericana y también al país en sí se ven expresados en las letras de las canciones “The Big Country” (escrita durante un viaje en avión) y “Heaven”. En la primera, Byrne afirma firmemente que “no viviría aquí ni aunque me pagaras para hacerlo” mientras que en la segunda, parece resignarse a aceptar su nuevo hogar, pero critica la visión que tienen las personas de los Estados Unidos de una especie de “paraíso” lleno de oportunidades y de riquezas recitando que “el cielo es un lugar dónde nada sucede jamás”. Dicha transformación hace más profunda en las canciones que siguen.

Para el segundo disco, las letras de Byrne son aún más oscuras y crípticas, incluso al punto de no tener sentido (la pista “I Zimbra” es una adaptación del poema dadaísta de Hugo Ball “Gadji Beri Bimba”). Además de esto, parecen lidiar con temas más variados tales como la presión del trabajo (“Born Under Punches (The Heat Goes On)”), la guerra (“Life During Wartime”) e incluso la crisis de la mediana edad en la que el crítico norteamericano Robert Christgau[4] considera la mejor canción de Byrne, “Once in a Lifetime”:

“Y te preguntarás, ¿cómo hago esto?;
Y te preguntarás, ¿dónde está ese lujoso automóvil?;
Y te dirás a ti mismo, ¡Esta no es mi casa lujosa!
Y te dirás a ti mismo, ¡Esta no es mi hermosa esposa!...”

La calidad de esta edición de The Name of This Band Is Talking Heads se ve reflejada también en el sinnúmero de reseñas positivas y del apoyo de la crítica que tuvo desde su llegada al mercado[5]. El consenso general determinó que el encanto de este álbum radica en la capacidad que tiene de transferirnos toda la energía de la banda: un grupo de 4 personas no-tan-cuerdas haciendo tanto lo que mejor saben como también lo que más disfrutan hacer. Convirtiéndose no solo en un excelente álbum en vivo, ni en un nuevo must-have para los fanáticos de la banda, sino que, en conjunto con la intachable compilación Sand in the Vaseline[6] es una introducción perfecta para la obra de este aclamado grupo de neoyorquinos; la puerta a una de las mayores experiencias musicales que han podido existir.

[1] http://www.allmovie.com/work/stop-making-sense-46972
[2] http://www.rottentomatoes.com/m/talking_heads_stop_making_sense/
[3] 126. Remain in Light, 290. Talking Heads: 77, 345. Stop Making Sense, 382. More Songs About Buildings and Food. http://www.rollingstone.com/news/story/5938174/the_rs_500_greatest_albums_of_all_time/
[4] “‘Once in a Lifetime’, the greatest song Byrne will ever write.” http://www.robertchristgau.com/get_artist.php?name=talking+heads
[5] http://www.metacritic.com/music/artists/talkingheads/thenameofthisbandistalkingheads2004
[6] http://www.allmusic.com/cg/amg.dll?p=amg&sql=10:dcfoxq85ld0e ((Popular Favorites 1976-1992: Sand in the Vaseline > Overview)) allmusic.

The Used - "Shallow Believer" por Román Andrés Jiménez

THE USED – “SHALLOW BELIEVER” [2008]
Reprise Records – 33’:45’’
Grabación: 2001-2007
Género: Post hardcore
Productor: John Feldmann

Son 10 sencillos y no más que eso. Entre temas que inspiran amar, y temas que provocan acostarse y nunca volverse a levantar se siente una suerte de equilibrio -con una leve inclinación hacia los últimos-. Si lo pensamos bien, no es nada nuevo. Quienes habíamos tenido un contacto anterior con The Used, sabemos de que están hechos, y a qué le performan. Le cantan al desamor; cantan con rencor, con odio y con mucha pasión. La música de The Used nos llama, nos pone en situaciones donde hemos dado todo de nosotros y no hemos recibido lo que esperábamos.

The Used es una banda norteamericana de Orem, Utah, compuesta por Robert (Bert) McCracken, vocalista del grupo, quien a parte toca el piano y la trompeta; Jeph Howard, bajo y coros; Quinn Allan, guitarrista quien también hace los coros; y Branden Steineckert, baterista del grupo. Los muchachos venían trabajando desde unos años atrás, pero fue sólo hasta el 2.002 cuando inició lo que hoy conocemos como The Used. Actualmente, el baterista de la banda es Dan Whitesides, quien remplazó en 2.007 a Dean Butterworth, quien a su vez había remplazado a Steineckert un año atrás.

Shallow Believer, el más reciente trabajo de la banda lanzado el 19 de febrero de 2.008 –disponible sólo para descargas digitales-, no es exactamente otro álbum de estudio. Es una recopilación de b-sides (temas no incluidos en los álbumes) de la banda en sus 3 anteriores trabajos, The Used (2.002), In Love And Death (2.004), y Lies For The Liars (2.007). Desde que Jhon Feldamn de la banda de Ska-Punk Goldfinger, descubrió a estos 4 muchachos incomprendidos y rechazados en su pueblo, afortunadamente pocas cosas han cambiado en su música. Toda la energía que ha derrochado la banda desde sus inicios está registrada, y este trabajo da fe de ello.

Escuchar y entender lo que The Used nos ofrece en Shallow Believer, es como ir en una montaña rusa, donde la angustia y la desolación te consumen, mientras tus emociones llegan a su límite cuando caes precipitadamente a un océano de calma y serenidad. El viaje empieza en Dark Days con mucha energía y un estribillo ciertamente contagioso; Bert canta al amor desde la desolación, contándole que de alguna manera va a salir de la oscuridad en la que se encuentra. La siguiente estación, con el ánimo un poco bien y mirando al futuro con certezas, es una de mis preferidas melódica y líricamente: Slit Your Own Throat, llena de rabia descargada sobre los Shallow Believers, los Creyentes Superficiales. Y es que debió ser mucha ira para pedirles a gritos, cortarse la garganta. El tercer corte es mi favorita; por su belleza, es como The Taste Of Ink del primer albúm. A diferencia del resto de temas, excepto de los acústicos, Devil Besides You se aleja del estilo predominante en la banda, mucho más pesado, menos melódico y con screams por doquier que no distinguen versos de coros. Este tema, como The Taste Of Ink, alcanza una audiencia habitualmente prevenida ante exponentes de cualquier producto con la etiqueta Hard. No quiere decir esto que la banda se haya traicionado, es ésta la mejor parte. Tiene un sonido aún Core, pero tal vez más hacia el Neo que hacia el mismo Hard. La letra no es la que más podría acoplarse a un tema que suene así, al punto de prácticamente contraponérsele. Devil Besides You canta con rencor, con desprecio por algo o alguien –más bien por alguien- al punto de repetirle durante toda la canción su deseo por nunca volver a verle en su vida. Después de una doble ración de odio y animadversión por un ser, tal vez el ser amado, nos es ofrecido uno de los temas que nos recuerda el lado bueno de la banda, el lado que ama ciegamente, que nunca pierde la esperanza y que nunca se resigna; hablamos de Into My Web, donde la banda toca la disyuntiva entre dejar al ser amado por alguna razón imperiosa, o dejar que el corazón obre e ignore todas las razones que el mundo trata de interponerles. Ignorar todo y dejarla volar cual mariposa a nuestra telaraña de amor. Llegamos a la mitad del álbum con una de esas canciones que cantan por algo, por alguna razón, My Pesticide, y que nos vuelve a enviar a un pico de depresión, esta vez a causa de desnudar lo que realmente somos. Se auto cuestiona sobre la bajeza que puede haber en cada uno de nosotros, tal vez en respuesta a señalamientos de la sociedad. Y se interpelan con un sencillo argumento: “Es mi vida”.

-“Choke me, Choke me”, Bert screams. Un smosh o pogo hardcoreto no podría encontrar una mejor excusa. The Used canta en el corte más chatarrudo del trabajo, nuevamente al desamor. Parece que tantos gritos fueran a causar una tragedia en el interior de Bert, como si sus amígdalas estuvieran a punto de salir volando tal como suele hacerlo la comida a medio digerir en sus presentaciones. Es impresionante como todo este caos suena tan bien al oído; el feeling de esta canción es difícil de igualar. En la canción Bert se destruye por amar tanto a alguien; cuando la performa parece que se autodestruyera por amor a su música. Sun Comes Up, el séptimo corte, nos devela la palabra Esperanza en todo su esplendor. Vemos cómo hablar de la salida del sol, de un nuevo día, nos evoca nuevas oportunidades para cambiar, para ser alguien mejor. Sun Comes Up canta a todo aquél que crea no tener nada porque continuar; le pide jamás rendirse porque siempre habrá un nuevo día con nuevas aventuras. Con el ánimo de nuevo arriba, continúa la tendencia del disco en la que otro corte de emociones negativas vuelve a derrumbarnos: Sick Hearts. Otro de los más completos, melódica y líricamente. The Used como todas las bandas de Post-Hardcore, crea cierto vínculo con jóvenes que de algún modo se sienten señalados por lo que son, personajes depresivos, pesimistas, pero muy seguros y conformes con lo que son. En Sick Hearts hablan de la falsedad que somos, de todo lo que escondemos, de las máscaras que usamos. De cómo ese joven vive triste y sin amigos, pero aún así, no le importa y prefiere simplemente cerrar sus ojos. Sabe lo qué es y aprendió a vivir con ello. El siguiente, es el corte que más me cuesta entender. Podría decirse que entre tantas emociones, ya perdieron la razón al cantar Back Of Your Mouth. Llama la atención la interpretación de la trompeta por Bert en varios apartes. Tiene ciertos toques tal vez circenses, que no son suficientes para opacar la rabia y la fuerza de la interpretación. Un beso tal vez, y las cosas que van y vienen, ¿quién sabe? Y tras todas las emociones que vivimos en nuestra montaña, llegamos a un plácido y sereno final. Creo que este álbum debió llamarse algo así como Between Hope And Hate, porque esta última nos retorna al ala tranquila y feliz del álbum, para cerrarlo con paz y armonía. Tunnel es el nombre del décimo y último corte, tema acústico y con lo que parece ser una sinfónica de fondo, donde parece cantársele al ser amado, diciéndole que juntos son todo; que no habría mundo sin ellos; que ellos son la esperanza; y que son ellos, la luz al final del túnel.

Shallow Believer –por cierto, su nombre del tema Slit Your Throat-: recopilación muy bien escogida. No sé si al hacerla buscaban este contraste entre la esperanza y la desolación humana; la realidad dice que sí lo lograron. Además, el hecho de que esté compuesto, no de singles de trabajos anteriores, sino de b-sides relegados por alguna extraña razón, habla muy bien de cualquier banda. Algo que no descubrimos en este trabajo, pero que sentimos desde Lies For The Liars, es que la banda no se desvía de sus inicios. No abandona la identidad que nos cautivo y nos hizo seguirle. La temática ciertamente masoquista y llena de amor, y la descarga de energía en cada scream y nota estrepitosa de las guitarras, son con lo que conocimos a The Used, y ojalá que sea con lo que siempre los conoceremos.

THE USED – “SHALLOW BELIEVER”
Dark Days (b-side de Lies for the Liars) - 3:46
Slit Your Own Throat (b-side de Lies for the Liars) - 3:04
Devil Beside You (b-side de Lies for the Liars) - 3:45
Into My Web (b-side de In Love and Death) - 3:37
My Pesticide (b-side de Lies for the Liars) - 3:05
Choke Me (b-side de The Used) - 2:00
Sun Comes Up (b-side de Lies for the Liars) - 3:57
Sick Hearts (b-side de Lies for the Liars) - 3:27
Back Of Your Mouth (b-side de In Love and Death) - 3:19
Tunnel (b-side de Lies for the Liars) - 3:44
Diseño por Bert McCracken y Alex Pardee

¡Hey Pink! ¿Are you still behind the wall? Por Lina M. Sánchez C.

Después de la lamentable decadencia a la que llegó Syd Barrett, a Pink Floyd no le quedó otra salida que empezar a exorcizar todos sus problemas existenciales y dejar de darse golpes contra el mundo, para no terminar de la misma manera que su ex líder. No fue un camino fácil; aún cuando Barrett ya no estaba, su recuerdo era constantemente traído dentro de las letras de los mejores álbumes de la banda. The Dark Side of the Moon (1973), por ejemplo, establece para muchos una relación entre la vida de Syd Barrett y la temática que maneja el álbum, debido a su contenido sobre “la locura del hombre moderno”. Por otro lado, Wish you where here (1975), es sin duda, un llamado de añoranza a el ex integrante de la banda.

Los integrantes de Pink Floyd tenían dos caminos: terminar aislados socialmente, por problemas mentales y consumo de drogas, o, renovarse como grupo, acceder al cambio y derribar viejas sentencias. Tuvieron que pasar diez años después de la salida de Barrett para que la banda tomara la segunda opción, y por fin, en 1979, se encargaran de crear y al mismo tiempo tumbar The Wall. Aunque este álbum trata temas dentro de sus canciones sobre traumas mentales que pueden verse asociados con la condición de Barrett, es realmente - y en esencia-, una obra casi autobiográfica sobre las vivencias de Waters y es para el resto de los integrantes, el rompimiento casi total de ese lazo construido entre Barrett y la banda.

Una de las facetas de Waters fue liberada mientras en un concierto, promocionando el álbum Animals (1977) en Montreal, un fan lo condujo a escupirle en la cara. Indudablemente Waters se mostró en carne viva –La gira llevaba por nombre Pink Floyd-In the Flesh- y “desgarrando parte de su disfraz”, convirtió este episodio en el inicio de la obra The Wall; en un principio fue pretexto para construir un muro entre el escenario y el público, debido a que para la banda el espectáculo visual durante sus presentaciones era tan importante como el set-list; sin embargo, también fue causante de la primera canción del álbum, llamada In the Flesh, escrita por Waters e inspirada en el comportamiento que él había tenido durante ese concierto[1].
The Wall hace referencia al campo social contemporáneo, por medio de temas sobre la rígida educación británica[2], las secuelas de la Segunda Guerra Mundial -tema que a propósito es constantemente mencionado- la relación madre/hijo a partir del complejo de Edipo, la agonía sentimental por los fracasos amorosos y la vulnerabilidad del hombre frente a las adversidades y los asechamientos de la vida moderna. Roger Watters siendo el compositor principal, construye el soporte conceptual del álbum, no sólo a través de esos temas, sino dando una continuidad en cada canción por medio de sonidos psicodélicos y haciendo que la obra, en su conjunto y por generar una gran gama de imágenes, relate una historia: un día Pink, un rockstar, acosado por todos sus recuerdos, por todas sus carencias afectivas, por su caótica mente y su depresión, siente estar detrás de un muro el cual debe tumbar para poder corregir todas esas circunstancias tormentosas que lo han dejado estancado y solo.

Por lo anterior, hablar sobre Waters o sobre la banda, es realmente hablar sobre Pink. Hablar sobre Pink, es hacer referencia a la historia de Roger Waters y en algunos casos a la representación de los demás integrantes del grupo. Por ende, Pink será citado al hablar de todos ellos; porque realmente son el mismo, son uno sólo: Pink es la disociación del exorcismo.

Don’t be careless, Pink. You are in the Thin Ice

A través de cada canción se relata una nueva historia, o una nueva parte de ella, cuyo objetivo es vincular al oyente constantemente con lo que está ocurriendo en el álbum. De esta manera se narra, al mismo tiempo, el comportamiento de Pink frente al muro y la sucesión de otros subtemas que surgen a partir de las letras del disco.

Una de las vertientes que, alterno a la historia de Pink, surgen dentro de esta ópera rock, es la vinculación de una de las situaciones más problemáticas en la contemporaneidad: la identidad del individuo. Así, derribar el muro se convierte también en “quebrar el delgado hielo de la vida moderna”, para que todos los miedos puedan ser liberados[3]. Un juicio que deriva una verdad para Pink a través de la metáfora, y que se convierte en un pretexto más para construir el muro.

Dentro de ese “encontrar la identidad del individuo” el álbum presenta también otra visión: “The Wall no ofrece ninguna salida excepto la locura de un mundo malévolamente inclinado hacia la mutilación de sus ciudadanos”[4]. De esta manera, la banda también alude a la confrontación del individuo con la nueva era, la cual lo sitúa constantemente en un lugar diferente y equívoco, en donde la confusión recae dentro de su equilibrio dejando finalmente que su identidad sea construida según la “vida moderna” lo designe:

What shall we use to fill the empty spaces.
Where waves of hunger roar.
Shall we set out across this sea of faces?
In search of more and more applause?
Shall we buy a new guitar? (…)
But never relax at all
With our backs to the wall.[5]

Teniendo en cuenta lo presenciado durante uno de los conciertos de la gira de Animals, Waters escribe In the Flesh, una visión metafórica sobre la sensación que le transmite el público en los conciertos: un cadete al que le tendrían que desgarrar su disfraz para poder ver lo que había detrás de sus fríos ojos[6]. Esta canción no significa solamente el efecto que producen los conciertos según lo describe Warers; es también el primer paso utilizado por Pink para poder derribar el muro. La historia empieza bajo esa sentencia; la de un “dictador” que invita a la audiencia a su show bajo la expectativa de “sentir las arduas emociones de la confusión” y descubrir esa verdad que apenas se asoma en el rabillo de su ojo y se vuelve a perder. Expectativa que después de todo no es alcanzada y para poder serlo, la audiencia deberá quitarle el disfraz.

Así Pink va disociándose, sublimando todos sus miedos, mimetizándolos en cada una de las facetas que muestra el álbum. One of my turns, es ejemplo de esas vivencias que poco a poco se van desplegando pero que en últimas muestran solo una parte de las tantas que constituyen el álbum: “Don’t look so frightened, this is just a passing phase, just one of my bad days (…)”. Dentro de ese redescubrimiento que el personaje realiza conforme se desarrolla el disco, también son mostrados otros matices denigrantes que pueden ser descritos en canciones como Nobody home, Comfortably numb, llamados de auxilio como en Hey you!, Is there anyboy out there? y Don’t leave me now; motivos de agresión mostrados en Young lust y Run like hell; causantes de represión como en Mother y Another brick in the wall I, II y II y tonos que apelan a la sentencia de sus actos como en The Trial . El álbum, va construyendo la vida de Pink a medida que va mostrando una nueva cara: “un nuevo ladrillo del muro” y finalmente, concluye con su caída:

In all my years of juding
I have never heard before of
Someone more deserving
The full penalti of law.
The way you made them suffer,
Your exquisite wife and mother
Fills with the urge to defecate.
But my friend, you have revealed your deepest fear.
I sentence you to be exponed before your peers
Tear down the wall[7]

Oh! Pink, of course we shall help build the wall

Pink se esconde, se refugia y se excusa en cada situación narrada; tiene la habilidad de hacer que sus oyentes formen parte de todo su caos. Cada ladrillo es superpuesto para que nosotros atribuyamos algún nuevo significado a ese muro, pero teme por lo que podamos pensar. ¿Qué pasa Pink? ¿Acaso creías que corrías peligro con nosotros? ¿Crees que no nos gustó ese tumulto de cemento? Sin duda, pudiste usar como un gran pretexto toda tu insignificante vida, para contar una historia que se convertiría en disco platino por más de veintitrés ocasiones y que, a finales de los 70’s, sería el trabajo artístico musical más vendido[8].

Sí Pink, fuiste llevado al juicio por mostrar sentimientos humanos. Te quejaste demasiado, te quisiste convertir en un dictador. Te excusaste en tu madre, porque eras un fracasado en el amor y para alegar locura; la muerte de tu padre fue tu primer pretexto para cohibir tu grito ante el mundo sobre tu soledad. Fuiste conciente de que eras un pobre hombre más dentro de esta sociedad posmoderna; te llenaste de agonía y temor por la injustificada guerra. Pero a pesar, conforme y gracias a todo eso, dejaste un legado para la música, una gran influencia sobre el rock progresivo y psicodélico, tu obra es aún el retrato más cercano y mejor definido de la sociedad actual. Tu historia perdurará, mientras el mundo se llene cada vez más de hombres que necesiten un muro para poder sobrevivir. Y si tu sentencia fue derribar el muro, la sentencia de tu historia (el álbum) fue subsistir y convertirse en una de las más recordadas e influyentes dentro de los trabajos discográficos de todos los tiempos.

The Wall, constituye uno de los mejores discos conceptuales creados dentro de la historia del rock; además fue pionero de la creación del rock progresivo. A pesar de que casi todos los créditos sobre la composición del álbum le han sido reconocidos a Waters, hay que resaltar la labor conjunta de David Gilmour, guitarrista de la banda, así como el reconocimiento a las canciones compuestas por él: Young lust, Comfortably numb, Another brick in the wall part 2, Hey you! y Run like hell. Richard Wrigth teclista de la banda, y Nick Mason, baterista, participaron de manera pasiva dentro de la creación de este álbum; a tal punto que Wrigth fue despedido durante las grabaciones y posteriormente fue contratado con un salario determinado para la gira[9]. La producción del álbum estuvo a cargo de Bob Ezrin, quien compuso junto con Waters The Trial. Por el carácter logístico tan riguroso que recaía en el álbum, el espectáculo visual, en el que un muro iba siendo construido entre el público y el escenario, sólo fue llevado a cabo en algunas ocasiones ya que además la demanda económica que constituía su realización, no podía ser del todo abastecida por la banda.

El álbum, se empezó a grabar en abril de 1979 y fue lanzado el 30 de noviembre del mismo año en el Reino Unido, en donde ocuparía el tercer lugar de las listas de álbumes más escuchados; y el 8 de diciembre en Estados Unidos constituyendo por quince días el número uno[10]. Han pasado treinta años desde que Pink Floyd decidió tumbar el muro; y este hecho, no se ha pasado por alto desde aquella época. Aún, tiene una vigencia como clásico del rock y como referencia para muchas otras bandas.

"Pienso que las ideas de la obra unen a personas de todas las edades. Las cargas psicológicas son las mismas, no han cambiado en estos últimos veinte años. Pienso que "The wall" atraviesa las generaciones y por eso siempre está renovando su público". Roger Waters (Entrevista concedida al diario El Mercurio y publicada en la sección Wiken del día viernes 5 de noviembre de 1999)[11]

The show must go on, Pink

Referencias
1. The Wall (disco uno) - Pink Floyd (1979)
2. The Wall (disco dos) – Pink Floyd (1979)
3. Pink Floyd de Wall – Escrita por Roger Waters, dirigida por Alan Parker (1982)
4. Art Book Pink Floyd the Wall (1985) con ilustraciones de la película y las canciones del álbum
5. http://es.wikipedia.org/wiki/The_Wall (consulta hecha el 03 de abril de 2009)
6. http://pinkweb.tripod.com/waters.htm (consulta hecha el 16 de abril de 2009)
7. http://www.rollingstone.com/news/story/7504168/qa_roger_waters (consulta hecha el 16 de abril de 2009)
8. http://www.rollingstone.com/artists/pinkfloyd/albums/album/114225/review/6067347/the_wall (consulta hecha el 16 de abril de 2009)
[1]--- http://es.wikipedia.org/wiki/The_Wall
[2] Another brick in the wall part II
[3] The Thin Ice
[4] ---http://www.rollingstone.com/artists/pinkfloyd/albums/album/114225/review/6067347/the_wall
[5] Empty Spaces. Originalmente esta canción no lleva esta estrofa. La citada es una modificación realizada para la película Pink Floyd the Wall (1982) dirigida por Allan Parker.
[6] In the Flesh?
[7] The Trial
[8] http://es.wikipedia.org/wiki/Pink_Floyd
[9] ---http://es.wikipedia.org/wiki/Pink_Floyd
[10] ---http://es.wikipedia.org/wiki/Pink_Floyd
[11]--- http://pinkweb.tripod.com/waters.htm

domingo, 26 de abril de 2009

La pasión en la era de la creencia descafeinada por Slavoj Žižek

Las credenciales de aquéllos que, incluso antes de su estreno, critican virulentamente la nueva película de Mel Gibson sobre las últimas 12 horas de la vida de Cristo, parecen impecables: ¿no está totalmente justificada su preocupación de que la película, hecha por un fanático católico tradicionalista con ocasionales arranques antisemitas, pueda encender sentimientos antisemitas? De modo más general, ¿no es la Pasión un tipo de manifiesto de nuestros propios fundamentalistas y anti-secularistas (occidentales, cristianos)? ¿No es entonces el deber de cada secularista occidental rechazarlo? ¿Tal ataque inequívoco no es un sine qua non si nosotros queremos dejar en claro que nosotros, los racistas encubiertos, no estamos atacando sólo el fundamentalismo de otras culturas (musulmanas)?

La ambigua reacción del Papa hacia la película es bien conocida: inmediatamente después de verla, profundamente conmovido, murmuró "¡es así como eso fue!" - y rápidamente esta declaración fue retractada por los portavoces oficiales del Vaticano. Una visión fugaz en la reacción espontánea del Papa se reemplazó así rápidamente por la posición neutra "oficial", corregida para no herir a nadie. Este cambio es la mejor ejemplificación de lo que está equivocado con la tolerancia liberal; con lo Políticamente Correcto se teme que cualquier especificación pueda herir la sensibilidad religiosa: aun cuando en la Biblia se dice que una muchedumbre judía exigió la muerte de Cristo, uno no debe organizar esta escena directamente, sino quitarle importancia y contextualizarla para dejar en claro que los judíos no deben ser culpados colectivamente por la Crucifixión... El problema de semejante posición es que, de esta manera, la agresiva pasión religiosa es meramente reprimida: permanece allí, mientras arde sin llama alguna bajo la superficie y, no encontrando ningún descargo, se vuelve más y más fuerte.

En noviembre del 2002, George Bush estuvo bajo ataque por los miembros derechistas de su propio partido por lo que fue percibido como una postura demasiado suave frente al Islam: él fue reprochado por repetir el mantra de que el terrorismo no tiene nada que ver con Islam, esa gran y tolerante religión. Como una columna en el The Wall Street Journal lo formuló, el verdadero enemigo de los Estados Unidos no es el terrorismo, sino el Islam militante. Por consiguiente, uno debe recoger valor y debe proclamar el políticamente incorrecto (pero, no obstante, obvio) hecho de que hay una tensión profunda de violencia e intolerancia en el Islam - que, para ponerlo bruscamente, algo en el Islam se resiste a la aceptación del orden mundial liberal-capitalista. Es aquí que un análisis verdaderamente radical debe romper con la actitud liberal normal: no, uno NO debe defender a Bush aquí - su actitud es finalmente nada buena, al igual que las de Cohen, Buchanan, Pat Robertson y otros anti-islamistas - ambos lados de esta moneda están igualmente equivocados. Es contra este fondo que uno debe acercarse a The Rage and the Pride (La rabia y el orgullo) de Oriana Fallaci, esta defensa apasionada de Occidente contra la amenaza musulmana, esta aserción abierta de la superioridad de Occidente, esta detracción del Islam no como una cultura diferente, sino como el barbarismo (trayendo consigo que nosotros ni siquiera estamos tratando con un conflicto de civilizaciones, sino con un conflicto de nuestra civilización y el barbarismo musulmán). El libro es en estricto sentido, el anverso de la tolerancia Políticamente Correcta: su viva pasión es la verdad de la tolerancia Políticamente Correcta inanimada.

Dentro de este horizonte, la única respuesta "apasionada" a la pasión fundamentalista es el secularismo agresivo de los recientes desplegados amables del Estado francés dónde el gobierno prohibió llevar cualquier símbolo religioso que fuese demasiado visible o que modificara los uniformes de las escuelas (no sólo las scarves de las mujeres musulmanas, sino también las gorras judías y las cruces cristianas demasiado grandes). No es difícil predecir cuál será el resultado final de esta medida: excluidos del espacio público, los musulmanes lucharan directamente por constituirse como comunidades fundamentalistas no-integradas. Esto es lo que Lacan quiso decir cuando dio énfasis al eslabón entre la regla pos-revolucionaria de fraternite y la lógica de la segregación.

Y, quizás, la prohibición para abrazar una creencia con una pasión plena explica por qué, hoy, "cultura" está emergiendo como una categoría central del mundo-de-la-vida. La religión esta permitida - no como un estilo de vida sustancial, sino como una cultura particular o, más bien, un fenoménico estilo-de-vida: lo que lo legítima no es su afirmación-de-verdad inmanente sino la manera en que nos permite expresar, externalizar los más profundos sentimientos y actitudes. Ninguno de nosotros "realmente cree", apenas seguimos (algunos de) los rituales religiosos y costumbres como parte del respeto para el estilo-de-vida de la comunidad a la cual nosotros pertenecemos (recordemos al proverbial judío no-creyente que obedece las reglas judías "solo por respeto a la tradición"). "Yo realmente no creo en eso, es efectivamente sólo parte de mi cultura" parece ser el modo predominante de lo denegado/desplazado de la creencia característica de nuestros tiempos: ¿qué es un "estilo-de-vida-cultural" si no el hecho de que, aunque nosotros no creamos en Santa Claus, haya un árbol de Navidad en cada casa e incluso en los lugares públicos todos los diciembres? Quizás, entonces, la cultura es el nombre para todas esas cosas que nosotros practicamos sin realmente creer en ellas, sin "tomarlas en serio". ¿Y no es ésta también la razón por la qué la ciencia no es parte de esta noción de cultura - es toda demasiado real? ¿Y no es esta también la razón por la que nosotros despreciamos a los creyentes fundamentalistas como "bárbaros", como anti-culturales, como una amenaza para cultivar - ellos se atreven a tomar en serio sus creencias? Hoy, nosotros percibimos finalmente como una amenaza para cultivar a aquéllos que inmediatamente viven su cultura, aquéllos a los que faltan una distancia hacia eso. Reacuérdese el ultraje cuando, hace tres años, las fuerzas del Taliban en Afganistán dinamitaron las antiguas estatuas budistas en Bamiyan: aunque ninguno de nosotros, occidentales ilustrados, creíamos en la divinidad de Buda, fuimos ultrajados porque los musulmanes del Taliban no mostraron el respeto apropiado hacia la "herencia cultural" de su propio país y la humanidad entera. En lugar de creer a través del otro como todas las personas de cultura, ellos creyeron realmente en su propia religión y así no tuvieron una gran sensibilidad por el valor cultural de los monumentos de otras religiones - para ellos, las estatuas de Buda eran simplemente ídolos falsos, no "tesoros culturales". (¿Y, a propósito, este ultraje no es similar al antisemita ilustrado de hoy que, aunque él no crea en la divinidad de Cristo, no obstante culpa a los judíos de matar a nuestro Señor Jesús? ¿O como el típico judío secular que, aunque el no cree en Jehova y Moisés como su profeta, no obstante piensa que los judíos tienen un derecho divino a la tierra de Israel?)

La definición del amor de Jacques Lacan es "dar algo que uno no tiene" - lo que uno olvida a menudo es agregar la otra mitad que completa la sentencia: "...a alguien que no lo quiere." Esto es confirmado por nuestra experiencia más elemental cuando alguien inesperadamente declara su amor apasionado hacia nosotros - ¿no es la primera reacción, que precede a una posible respuesta positiva, que algo obsceno, intruso, es forzado sobre nosotros? Esta es la razón por la que, finalmente, la pasión como tal es "políticamente incorrecta": aunque todo parece permitido, las prohibiciones son meramente cambiadas de lugar. Reacuérdese el punto muerto de la sexualidad en el arte de hoy: no hay nada más torpe, oportunista y estéril que sucumbir al mandato del superyó de inventar continuamente nuevas transgresiones artísticas y provocaciones (el performance del artista masturbándose en el escenario o cortándose masoquistamente, el escultor que despliega cadáveres animales decadentes o excrementos humanos), o al mandato paralelo por comprometerse en formas cada vez más "atrevidas" de sexualidad... En algunos círculos "radicales" de los Estados Unidos, hubo recientemente una propuesta para "repensar" los derechos de los necrofilicos (aquéllos que desean tener sexo con cuerpos muertos) - ¿por qué ellos deben privarse de eso? Así que la idea fue formulada de modo que, de la misma manera en que las personas firman un permiso para que sus órganos sean usados para propósitos médicos en el caso de una muerte súbita, uno también deba permitirles firmar el permiso para que sus cuerpos sean dados a los necrofilicos para actuar con ellos... ¿Ésta propuesta no es la ejemplificación perfecta de cómo la posición Políticamente Correcta comprendió la vieja visión de Kierkegaard según la cual el único buen vecino es un vecino muerto? Un vecino muerto - un cadáver - es el compañero sexual ideal de un sujeto "tolerante" que intenta evitar cualquier acoso: por definición, un cadáver no puede atormentarse...

En el mercado de hoy, encontramos una serie entera de productos privados de su propiedad maligna: café sin cafeína, crema sin grasa, cerveza sin alcohol... Y la lista sigue: ¿qué es el sexo virtual sino el sexo como sexo sin sexo, la doctrina de Colin Powell de guerra sin pérdidas (de nuestro lado, claro) como la guerra sin guerra, la redefinición contemporánea de la política como el arte de la administración de los expertos como la política sin política, o el multiculturalismo liberal tolerante de hoy como una experiencia del Otro privado de su Otredad (el idealizado Otro que baila danzas fascinantes y tiene un ecológico acercamiento holístico legítimo con la realidad, mientras los rasgos como el golpear a sus esposas permanecen fuera de vista...)? A lo largo de las mismas líneas, lo que la tolerancia Políticamente Correcta está dándonos es una creencia descafeinada: una creencia que no hiere a nadie y que no se compromete totalmente.

Todo está permitido al Último Hombre hedonista de hoy - tú puedes gozar todo, PERO privado de su sustancia que lo hace peligroso. Éste es el motivo por el que Lacan tenía razón al invertir el famoso lema de Dostoyevski: "Si Dios no existe, ¡todo esta prohibido!" Dios está muerto, nosotros vivimos en un universo permisivo, tú debes esforzarte por los placeres y la felicidad - pero para tener una vida llena de felicidad y de placeres, debes evitar los excesos peligrosos, vivir una vida saludable, no acoses a otros... así que todo se prohíbe si no es privado de su sustancia, y terminas llevando una vida totalmente regulada. Y lo contrario también se sostiene: si hay Dios, entonces todo está permitido - a aquéllos que afirman actuar directamente en nombre de Dios, como los instrumentos de Su voluntad. Claramente, un eslabón directo con Dios justifica nuestra violación de cualquiera de los constreñimientos y consideraciones "meramente humanos" (como en el estalinismo dónde la referencia al gran Otro de la necesidad histórica justifica la crueldad absoluta).

El hedonismo de hoy combina el placer con la restricción - no es ya más la vieja noción de la "medida correcta" entre el placer y la restricción, sino un tipo de pseudo-hegeliana coincidencia inmediata de los contrarios: la acción y la reacción deben coincidir, la misma cosa que causa el daño debe ya ser la medicina. Ya no es ningún "¡Beba café, pero con moderación!"; es más bien "Beba todo el café que quiera, porque ya está descafeinado... " El último ejemplo de esta posición es el chocolate laxante, disponible en los E.U., con el paradójico mandato "¿tienes estreñimiento? ¡Come más de este chocolate!" - es decir, de la misma cosa que causa el estreñimiento. ¿Y no es una prueba negativa de la hegemonía de esta posición el hecho de que el verdadero consumo no-restringido (en todas sus modalidades: drogas, sexo libre, fumar...) está surgiendo como el principal peligro? La lucha contra estos peligros es una de las principales inversiones de la "biopolitica" de hoy. Las soluciones desesperadamente buscadas están aquí, en la reproducción de la paradoja del chocolate laxante. El principal contendedor es el "sexo seguro" - término que le hace a uno apreciar la verdad del viejo refrán "tener sexo con un condón, ¿no gusta tomar una ducha con un impermeable puesto?". La última meta estaría aquí, a lo largo de las líneas del café descafeinado, para inventar el "opio sin opio": no es ninguna sorpresa que la marihuana, tan popular entre los liberales, quiera ser legalizada por estos - eso ES ya un tipo de "opio sin opio."

La estructura del "chocolate laxante", un producto que contiene al agente de su propia contención, puede discernirse a lo largo del paisaje ideológico de hoy. Hay dos temas que determinan la actitud tolerante liberal de hoy hacia Otros: el respeto de la Otredad, la franqueza hacia ella, y el miedo obsesivo al acoso, a la intrusión - para abreviar, el Otro esta bien en la medida en que su presencia no sea intrusa, en la medida en que el Otro no sea realmente Otro... Esto es lo que está emergiendo cada vez más como los "derechos humanos", centrales en la sociedad del capitalismo tardío: el derecho a no ser acosado, es decir, el derecho a mantenerse a una distancia segura de los otros. Una estructura similar esta claramente presente en la forma en cómo nosotros nos relacionamos con el capitalista usurero: está bien si se neutraliza con actividades caritativas - primero usted junta los billones, luego usted regresa (parte de) ese dinero al necesitado... Y lo mismo va por la guerra, por la lógica emergente del pacifismo humanitario militarista: la guerra está bien en la medida en que realmente sirve para provocar la paz, la democracia, o para crear las condiciones para distribuir la ayuda humanitaria. Y esto mismo se sostiene cada vez más incluso para la democracia y los derechos humanos: está bien si se vuelven a pensar los derechos humanos para incluir la tortura y un estado de emergencia permanente, si se limpia a la democracia de sus "excesos" populistas...

En nuestra era de super-sensibilidad en la "intrusión-acoso" del Otro, cada presión ética es experimentada como un frente falso de la violencia de poder. Esta posición da lugar al esfuerzo por "re-escribir" los órdenes religiosos, adecuándolos a nuestra condición específica. ¿Alguna orden es demasiado severa? ¡Permítanos reformularla de acuerdo con nuestras sensibilidades! "Usted no debe cometer adulterio!" - excepto si es emocionalmente sincero y sirve para la meta de su profunda auto-realización... Ejemplar es aquí "The Hidden Jesus (El Jesús Oculto)" de Donald Spoto, una torcida lectura "liberal" de la New Age de la Cristiandad, dónde nosotros podemos leer a propósito del divorcio: "Jesús denunció claramente el divorcio y los segundos matrimonios. /... / Pero Jesús no fue más allá y dijo que los matrimonios no pueden romperse /... / en ninguna otra parte de su enseñanza hay alguna situación en la que él deje a una persona para siempre encadenada a las consecuencias del pecado. Todo su tratamiento de las personas fue liberar, no legislar. /... / Es evidente que en los hechos algunos matrimonios simplemente se estropean, que los compromisos son abandonados, que se violan las promesas y se traiciona el amor." Comprensivas y "liberales" como son estas líneas, ellos involucran la confusión fatal entre las altas y las bajas emociones y un compromiso simbólico incondicional, el cuál se supone debe precisamente sostener la relación matrimonial cuando ya no se apoye en las emociones directas. Lo que Spoto efectivamente está diciendo es: "Usted no debe divorciarse - excepto cuando su matrimonio 'en los hechos' haya fracasado, cuando sea experimentado como una carga emocional insufrible que frustra su vida plena" - para ser precisos, ¡excepto cuando la prohibición para divorciarse haya justamente recobrado su pleno significado (ya que, ¿quién se divorciaría cuándo el matrimonio aún florece?)!

¿Eso significa que, contra la falsa tolerancia del multiculturalismo liberal, nosotros debemos retornar al fundamentalismo religioso? La misma ridícula película de Gibson aclara la imposibilidad de semejante solución. Gibson primero quiso proyectar la película en latín y arameo y mostrarla sin subtítulos; pero después, bajo la presión de los distribuidores, decidió permitir los subtítulos en inglés (u otros idiomas). Sin embargo, el compromiso en esta parte no es sólo una concesión a la presión comercial; apegarse al plan original habría directamente expuesto la naturaleza auto-refutante del proyecto de Gibson. Es decir, permítanos imaginar una película, sin subtítulos, mostrando un gran centro comercial de algún suburbio americano: la fidelidad intencional al original lo convertiría en su contrario, en un espectáculo exótico incomprensible.

Pero hay una tercera posición, más allá del fundamentalismo religioso y la tolerancia liberal. Permítanos regresar a la distinción "políticamente correcta" entre el fundamentalismo islámico y el Islam: Bush y Blair (al igual que Sharon) nunca se olvidan de alabar al Islam como una gran religión de amor y tolerancia que no tienen nada que ver con los repugnantes actos terroristas... Del mismo modo que esta distinción entre el Islam "bueno" y el terrorismo islámico "malo" es una falsedad, uno también debe problematizar la distinción "radical-liberal" típica entre los judíos y el Estado de Israel o sionismo, es decir, el esfuerzo por abrir el espacio en que los judíos y los ciudadanos judíos de Israel puedan no sólo criticar la política del Estado de Israel y la ideología sionista sin ser acusados de antisemitismo, sino, más aun, formular su crítica basada en su apego apasionado a lo judío, a lo que ellos ven como el valor a preservar en el legado judío. ¿Es, sin embargo, esto suficiente? Marx dijo sobre los petit-bourgeois que ellos ven en cada objeto dos aspectos, uno malo y otro bueno, e intentan guardar el bueno y luchar contra el malo. Uno debe evitar el mismo error al tratar con el judaísmo: el "buen" judaísmo levinasiano de la justicia, el respeto para y la responsabilidad hacia el otro, etc., contra la tradición "mala" de Jehova, sus ataques de venganza y violencia genocida contra la gente vecina. Uno debe armarse de valor para atravesar el hueco, la tensión, dentro del mismo centro de judaísmo: no es la cuestión de defender la tradición judía pura de la justicia y el amor al vecino contra la aserción agresiva sionista del Estado-Nación. Siguiendo el mismo camino, en lugar de celebrar la grandeza de verdadero Islam contra el mal uso de los terroristas fundamentalistas, o de lamentar el hecho de que, de todas las grandes religiones, es Islam es una de las que mayormente se resisten a la modernización, uno debe concebir esta resistencia más bien como una oportunidad abierta: no necesariamente nos conducirá al "Islamo-fascismo", también puede articularse en un proyecto socialista. Precisamente porque el Islam alberga los "peores" potenciales de la respuesta fascista a nuestras dificultades presentes, también puede resultar ser el sitio para el "mejor".

En lugar de intentar redimir el puro centro ético de una religión contra su instrumentalización política, uno debe, del mismo modo, criticar cruelmente el mismo centro - en TODAS las religiones. Hoy, cuando las religiones mismas (desde la espiritualidad de la New Age hasta el hedonismo espiritualista barato del Dalai Lama) están más que listas para servir al hedonismo posmoderno, es paradójicamente sólo un materialismo consecuente el que puede sostener una verdadera posición ética militante asceta.

Slavoj Žižek en la red

«Slavoj Žižek en español» es una página que compila artículos, entrevistas, reseñas, etc., relacionados con el autor esloveno en español. La compilación es del material que ya circula en la red. En cada texto se incluye el origen del lugar en donde se encuentra o encontraba dicho material.

El ateísmo manso por Héctor Abad Faciolince

En la adolescencia, cuando leyendo a Russell, discutiendo con mis amigos y pensando solo resolví que ya no volvería a creer en Dios, tuve momentos de lucha interior, incluso de agonía. Dejar de creer en Papá Noel, en el Purgatorio o en la Virgen María no era muy difícil. Pero renunciar a creer en el ser más poderoso que se pudiera imaginar, en la idea más grande que me habían inculcado mi madre, mi abuela y mis maestros desde pequeño, no era tan sencillo, si bien mi padre, que era agnóstico, me hubiera dicho siempre que no sabía si Dios existía o no y que según la hora o el día se inclinaba por una cosa o por la otra.

“Amar a Dios sobre todas las cosas”, decía el primer mandamiento; “Creo en Dios Padre todopoderoso / creador del cielo y de la tierra / de todo lo visible y lo invisible”, empezaba el Credo; “Padre nuestro que estás en el cielo / santificado sea tu nombre”, rezaba el Padre Nuestro. Esas tres frases, como tres mantras rítmicos y rígidos impresos con sangre en tus neuronas, martillaban en la mente como una orden tajante e ineluctable de una potencia silenciosa, lejana, desconocida, y mucho más potente cuanto más desconocida, lejana y silenciosa.
Todavía hoy, cuando llevo más de treinta años siendo ateo, recuerdo esas oraciones, y hasta soy capaz de concederles un indudable encanto poético. El Padre Nuestro, por ejemplo, tiene la gran virtud de ser un largo poema sin un solo adjetivo, y esa sequedad de recursos retóricos le da una eficiencia mayor, una elegancia sobria parecida a la de las grandes basílicas románicas. Borges, que era ateo y no creía en la supervivencia después de la muerte, se murió recitando el Padre Nuestro en Anglosajón (en inglés antiguo), no porque creyera en los conjuros del rezo, sino por las virtudes de serenidad que tienen las palabras rítmicas cuando están bien escritas.

Los que han creído en Dios, durante siglos, durante milenios, no han sido imbéciles, ni han sido malos poetas, ni malos pintores, ni malos músicos. Tampoco han sido siempre malas personas. Si pienso en la poesía de San Juan de la Cruz, en las vírgenes de Rafael, en los santos de Giotto, en las santas de Bernini, en el Cristo de Velásquez, en la música religiosa de Bach, comprendo que la religión ha inspirado algunas de las más altas creaciones artísticas del largo recorrido del Homo sapiens sobre esta dura tierra.

La religión ha sido un consuelo, además, para millones de personas, porque le quita a la muerte individual su carácter definitivo, al conceder la esperanza de volver a ver a las personas queridas en otro mundo sin las molestias de este (o aunque sea en otro submundo, el infierno, mucho más molesto que este). La religión ha sido un factor de cohesión, porque hace ver como hermanos y aliados a personas que no tienen parentesco con uno. La religión, quizá, desde la antigüedad, mitigó en algunos malévolos su maldad, por miedo al castigo de una potencia sobrenatural. La religión les dio a los justos la esperanza de que en el más allá los malos serían castigados y los buenos premiados, cosa que raramente ocurre en este valle de lágrimas. La religión durante siglos representó también la única opción de volverse una persona estudiosa y pensante, para todos aquellos que preferían la vida retirada y contemplativa como una opción mejor que la vida activa. Los primeros científicos, pensadores, escritores, músicos, filósofos, naturalistas, al menos en el mundo occidental tras la caída del Imperio Romano, en general fueron también monjes.

Pero toda aquella agonía de la adolescencia (dejar de frecuentar los sacramentos, dejar de tener un Padre en el cielo, dejar de pedir ayuda a potencias sobrenaturales, dejar de sentir que un ángel invisible me protegía y un diablo maligno me tentaba) fue desapareciendo poco a poco y hoy en día vivo mi ateísmo con una serenidad —me atrevo a decir— de beato. Dios ya no es un problema para mí, y me resulta tan lejano como el acné juvenil. Cuando todavía luchaba con mi ateísmo, me gustaba confrontar mis ideas con las de mis amigos o enemigos creyentes, y retarlos a duelos intelectuales en los que me sentía indiscutible ganador, por la fuerza de mis argumentos, por la pobreza de sus pruebas a favor de Dios, por mi ciencia y mi lógica opuesta a sus supersticiones y prejuicios. Hoy en día, en cambio, soy un ateo manso, no un ateo militante; no un ateo que piensa que haya que convertir a todos los hombres al ateísmo, como un apóstol al revés, igual aunque contrario a esos fanáticos que todo el día nos quieren convertir al islam, al catolicismo, al adventismo del séptimo día, a las sectas mormonas o evangélicas o hinduístas. Así como no creo que los creyentes sean mejores personas que los no creyentes, tampoco me parece que los ateos seamos éticamente superiores a nadie.

Sí creo, en cambio, que los ateos vivimos más desengañados, en el mejor sentido de la palabra desengaño. Considero que vivimos en un mundo menos ilusorio que el de los creyentes. No estoy diciendo que vivamos en la Verdad, esa palabra tan grande. A la verdad la humanidad se ha venido acercando de manera asintótica, y lo más probable es que la verdad perfecta no la alcancemos nunca. En todo caso creo que hay innumerables pruebas para pensar que la descripción física, química y geológica del origen de la tierra, o del universo, y la explicación evolutiva y biológica sobre la vida son mucho más precisas, confiables y cercanas a la verdad que las muy poéticas sentencias del Génesis. Con esto quiero decir que la ciencia es una herramienta más confiable que el mito para describir eso que, no sin perplejidades, llamamos “realidad”.

Sé muy bien el daño que el fanatismo religioso le hace y le ha hecho al mundo durante toda la historia. Puedo imaginarme muy bien el terror de un muchacho o de una doncella azteca cuando eran conducidos al altar de los sacrificios, donde un sumo sacerdote, con un cuchillo de obsidiana, les sacaría el todavía vibrante corazón para ofrendárselo a un dios sediento de sangre, a un Sol que no saldría si no se perpetraba el holocausto. Conozco las historias de las guerras de religión, la quema de herejes, las cruzadas, la Jihad, las conquistas violentas y asesinas acometidas en nombre de la religión del amor al prójimo, y ejecutadas con cruces y espadas para matar al prójimo. Pero también conozco los atropellos de Stalin, derruyendo los tesoros de la arquitectura religiosa ortodoxa, y mandando a los Gulag a personas que no tenían otra culpa que seguir creyendo en el Dios y en los santos que sus padres y su iglesia ortodoxa les habían metido en la cabeza desde pequeños.

Así como hay creyentes serenos y privados, los hay fanáticos y ultramontanos, listos a revivir las hogueras de la Inquisición. Del mismo modo, hay ateos mansos y ateos militantes, comecuras, quizá demasiado emotivos, tan exaltados que cuesta trabajo creer en la sinceridad de su ateísmo. Si yo fui un ateo de los últimos (militante) y ahora soy de los primeros (manso), quizá este cambio no sea por virtud, sino por el simple motivo biológico de que los años disminuyen la cantidad de testosterona en la sangre.

Pero en fin. El hecho es que el ateísmo militante me parece, a estas alturas, una pérdida de tiempo. En realidad yo no creo que tenga mucho sentido lógico demostrar la inexistencia de algo. Es difícil, por ejemplo, demostrar que los unicornios no existen. Yo los he visto en cuadros, sin duda, como también he visto en pintura la paloma que representa al Espíritu Santo. Son los que creen en la existencia real —no imaginaria— de los unicornios, quienes tienen la carga de la prueba. Mientras los creyentes en unicornios no nos presenten una manada de esta bonita especie, o siquiera un ejemplar, más vale vivir como si los unicornios no existieran. Algo parecido ocurre con los extraterrestres. Mientras no haya ningún tipo de contacto con ellos, podemos dudar firmemente de su existencia o podemos por lo menos decir que su existencia es irrelevante para nosotros. Supongamos que efectivamente hay vida inteligente en algún otro rincón del universo; el hecho es que si ese rincón está tan apartado de nosotros que jamás en la historia de ellos o en la nuestra entraremos en relación, entonces su ausencia eterna, en términos prácticos, es equivalente a la inexistencia.

Yo no puedo descartar, análogamente, que haya un dios o muchos dioses (ausentes, o malos, o muertos o dormidos o indolentes). El caso es que mientras ellos no tengan ninguna interrelación con nosotros, mientras su única revelación sea la más absoluta y lejana indiferencia hacia los asuntos humanos, su existencia es tan irrelevante como la de esos hipotéticos extraterrestres con los que jamás podremos entrar en contacto.

Ahora bien, la hipótesis de seres imaginarios como los dragones, los fantasmas o los unicornios, es algo que en cierto sentido enriquece la realidad poética del mundo. También los dioses, los ángeles y los diablos, así como los espíritus en gloria o en pena de los muertos, son imaginaciones que hablan muy bien de la infinita e insaciable capacidad del ingenio humano, de su maravillosa tendencia a la fantasmagoría. También el Quijote o Funes el memorioso son seres imaginarios que sin embargo obedecen a agradables e hipotéticas fantasías humanas.

Creo que el Dios cristiano, así como el islámico o los millones de dioses de la religión hinduísta, están hechos del mismo material fantástico con que fueron compuestos Funes o el Quijote. Por esto mismo veo con más ternura y afecto que con animadversión los infinitos tratados de la doctrina y la teología cristiana, judía o musulmana. Miles de hombres han dedicado la vida entera a escribir tratados sobre fantasmas, catecismos de inventos, preceptos dictados por seres imaginarios. Estos no son otra cosa, en palabras de Borges, que ramas muy frondosas de la literatura fantástica. Cristo, como decía Pessoa, quizá no es más que el más triste y más joven de los dioses, “uno más en el Panteón y en el culto”. ¡Cuántas limitaciones, cuántos crímenes, cuántas prohibiciones, cuántos sacrificios, cuántos sufrimientos (pero también cuántas bondades y actos de altruismo) en nombre de una especie de unicornio imaginario!

lunes, 20 de abril de 2009

Los diez mandamientos de un escritor según Stephen Vizinczey

1. No beberás ni fumarás ni te drogarás
Para ser escritor necesitas todo el cerebro que tienes.
2. No tendrás costumbres caras
Un escritor nace del talento y del tiempo... tiempo para observar, estudiar, pensar. Por consiguiente, no puede permitirse el lujo de desperdiciar una sola hora ganando dinero para cosas no esenciales. A menos que tenga la suerte de haber nacido rico, es mejor que se prepare para vivir sin demasiados bienes terrenales. Es cierto que Balzac obtenía una inspiración especial de la compra de objetos y la acumulación de enormes deudas, pero la mayoría de personas con hábitos caros son propensas a fracasar como escritores. A la edad de veinticuatro años, tras la derrota de la Revolución húngara, me encontré en Canadá con unas cincuenta palabras de inglés. Cuando me di cuenta de que era un escritor sin una lengua, subí en ascensor al último piso de un alto edificio de Dorchester Street en Montreal, con la intención de arrojarme al vacío. Al mirar hacia abajo desde la azotea, con terror ante la idea de morirme, pero todavía más de romperme la columna vertebral y pasar el resto de mi vida en una silla de ruedas, decidí tratar de convertirme en un escritor inglés. Al final, aprender a escribir en otra lengua fue menos difícil que escribir algo bueno y viví durante seis años al borde de la miseria antes de estar listo para escribir En brazos de la mujer madura. No podría haberlo hecho si me hubiesen interesado los trajes o los coches... en realidad, si no hubiera visto otra alternativa que la azotea de aquel rascacielos. Algunos escritores inmigrantes que conocía trabajaban como camareros o vendedores para ahorrar dinero y crearse una “base financiera” antes de intentar ganarse la vida escribiendo; uno de ellos posee ahora toda una cadena de restaurantes y es más rico de lo que yo pueda llegar a ser en mi vida, pero ni él ni los otros volvieron a escribir. Es preciso decidir qué es más importante para uno: vivir bien o escribir bien. No has de atormentarte con ambiciones contradictorias.
3. Soñarás y escribirás y soñarás y volverás a escribir
No dejes a nadie decirte que estás perdiendo el tiempo cuando tienes la mirada perdida en el vacío. No existe otra forma de concebir un mundo imaginario. Nunca me siento ante una página en blanco para inventar algo. Sueño despierto con mis personajes, sus vidas y sus luchas, y cuando una escena se ha desarrollado en mi imaginación y creo saber qué han sentido, dicho y hecho mis personajes, tomo pluma y papel e intento relatar lo que he presenciado.Una vez escrito mi relato, a mano y a máquina, lo leo y encuentro que la mayor parte de lo escrito es (a) confuso o (b) inexacto o (c) tedioso o (d) sencillamente no puede ser verídico. Así, utilizo el borrador mecanografiado como una especie de informe crítico de lo que he imaginado y vuelvo a soñar mejor toda la escena.Fue este modo de trabajar lo que me hizo comprender, cuando aprendía inglés, que mi principal problema no era la lengua, sino, como siempre, el ordenar las cosas en mi cabeza.
4. No serás vanidoso
La mayor parte de los libros malos lo son porque sus autores están ocupados en tratar de justificarse a sí mismos. Si un autor vanidoso es alcohólico, el personaje de su libro descrito con mayor simpatía será un alcohólico. Este tipo de asunto es muy aburrido para los extraños. Si crees ser sabio, racional, bueno, una bendición para el sexo opuesto, una víctima de las circunstancias, es porque no te conoces a ti mismo lo suficiente para escribir. Dejé de tomarme en serio a la edad de veintisiete años y desde entonces me he considerado sencillamente materia prima. Me utilizo del mismo modo que se utiliza a sí mismo un actor: todos mis personajes –hombres y mujeres, buenos y malos– están hechos de mí mismo más la observación.
5. No serás modesto
La modestia es una excusa para la chapucería, la pereza, la complacencia; las ambiciones pequeñas suscitan esfuerzos pequeños. Nunca he conocido a un buen escritor que no intentara ser grande.
6. Pensarás sin cesar en los que son verdaderamente grandes
“Las obras del genio están regadas con sus lágrimas”, escribió Balzac en Ilusiones perdidas. Rechazo, mofa, pobreza, fracaso, una lucha constante contra las propias limitaciones..., tales son los principales sucesos en las vidas de la mayoría de grandes artistas, y si aspiras a compartir su destino, debes fortalecerte aprendiendo de ellos. Yo me he animado con frecuencia al releer el primer volumen de la autobiografía de Graham Greene, Una especie de vida, que trata de sus primeras luchas. También he tenido ocasión de visitarle en Antibes, donde vive en un pequeño piso de dos habitaciones (un lugar diminuto para un hombre tan alto) con los lujos de un aire suave y una vista del mar, pero pocas posesiones aparte de libros. Parece tener pocas necesidades materiales y estoy seguro de que esto tiene algo que ver con la libertad interior que emana de sus obras. Aunque afirma que ha escrito sus “entretenimientos” por dinero, es un escritor dirigido por sus obsesiones sin hacer caso de modas cambiantes e ideologías populares, y esta libertad se comunica a sus lectores. Uno se siente liberado del peso de los propios compromisos, al menos mientras lo lee. Esta clase de logro sólo es posible para un escritor de costumbres espartanas.Ninguno de nosotros tiene oportunidad de conocer personalmente a muchos grandes hombres, pero podemos estar en su compañía leyendo sus memorias, diarios y cartas. Hay que evitar, sin embargo, las biografías, en especial las que han sido convertidas en películas o series de televisión. Casi todo lo que nos llega sobre los artistas a través de los medios de comunicación es pura palabrería, escrita por perezosos autores mercenarios que no tienen la menor idea del arte ni del trabajo duro. El ejemplo más reciente es Amadeus, que intenta convencernos de que es fácil ser un genio como Mozart y muy difícil ser una mediocridad como Salieri.Hay que leer, en cambio, las cartas de Mozart. En cuanto a literatura específica sobre la vida del escritor, yo recomendaría Una habitación propia, de Virginia Woolf, el prefacio de La dama morena de los sonetos de Shaw, Martin Eden de Jack London y, sobre todo, Ilusiones perdidas de Balzac.
7. No dejarás pasar un solo día sin releer algo grande
En mi adolescencia estudié para ser director de orquesta y de mi educación musical adopté una costumbre que considero esencial para los escritores: el estudio constante y diario de las obras maestras. La mayor parte de los músicos profesionales de cierta categoría conocen de memoria centenares de partituras; la mayor parte de los escritores, en cambio, sólo tienen el más vago recuerdo de los clásicos, lo cual explica que haya más músicos expertos que escritores expertos. Un violinista que poseyera la pericia técnica de la mayor parte de los novelistas publicados, no encontraría nunca una orquesta donde tocar. Lo cierto es que sólo absorbiendo las obras perfectas, los modos específicos inventados por los grandes maestros para desarrollar un tema, construir una frase, un párrafo, un capítulo, se puede aprender todo lo que hay que aprender sobre la técnica.Nada de lo que ya se ha hecho puede decirte cómo hacer algo nuevo, pero si comprendes las técnicas de los maestros, tienes una mayor posibilidad de desarrollar las propias. Para decirlo en términos de ajedrez: aún no ha existido un gran maestro que no conociera de memoria las partidas de campeonato de sus predecesores. No se debe cometer el error común de intentar leerlo todo para estar bien informado. Estar bien informado sirve para brillar en las fiestas, pero resulta absolutamente inútil para un escritor. Leer un libro para poder charlar sobre él no es lo mismo que comprenderlo. Es mucho más útil leer una y otra vez unas cuantas grandes novelas hasta comprender por qué son buenas y cómo las han construido los escritores. Hay que leer una novela unas cinco veces para comprender su estructura, qué la hace dramática y qué le presta ritmo e impulso. Sus variaciones en compás y escala de tiempo, por ejemplo: el autor describe un minuto en dos páginas y luego cubre dos años con una frase... ¿por qué? Cuando hayas comprendido esto, sabrás realmente algo.Cada escritor elegirá sus propios favoritos entre aquellos de quienes cree que puede aprender más, pero desaconsejo con firmeza la lectura de novelas victorianas, que están infestadas de hipocresía e hinchadas de redundancias. Incluso George Eliot escribió demasiado sobre demasiado poco.Cuando te sientes tentado de escribir cosas superfluas, deberás leer los relatos de Heinrich von Kleist, quien dijo más con menos palabras que cualquier otro escritor en la historia de la literatura occidental. Lo leo constantemente, así como a Swift y a Sterne, a Shakespeare y a Mark Twain. Por lo menos una vez al año releo algunas obras de Pushkin, Gógol, Tolstoi, Dostoyevski, Stendhal y Balzac. A mi juicio, Kleist y estos novelistas franceses y rusos del siglo XIX son los más grandes maestros de la prosa, una constelación de genios no superados como los que encontramos en la música, de Bach a Beethoven, y todos los días intento aprender algo de ellos. Ésta es mi “técnica”.
8. No adorarás Londres/Nueva York/París
Conozco a menudo aspirantes a escritores de lugares apartados que creen que las personas que viven en las capitales de los medios de comunicación tienen, sobre el arte, alguna información interna especial que ellos no poseen. Leen las páginas de críticas literarias, ven programas sobre arte en televisión para averiguar qué es importante, qué es el arte en realidad, qué debería preocupar a los intelectuales. El provinciano suele ser una persona inteligente y dotada que acaba por adoptar la idea de algún periodista o académico de mucha labia sobre lo que constituye la excelencia literaria, y traiciona su talento imitando a retrasados mentales que sólo tienen talento para medrar.Aunque vivas en el quinto infierno, no hay razón para sentirte aislado. Si posees una buena colección de ediciones en rústica de grandes escritores y no dejas de releerlos, tienes acceso a más secretos de la literatura que todos los farsantes de la cultura que marcan el tono en las grandes ciudades. Conozco a un destacado crítico de Nueva York que no ha leído nunca a Tolstoi y además está orgulloso de ello. No hay que perder tiempo, por lo tanto, preocupándote por lo que está de moda, el tema idóneo, el estilo idóneo o qué clase de cosas ganan los premios. Cualquier persona que haya tenido éxito en literatura, lo ha conseguido en sus propios términos.
9. Escribirás para complacerte a ti mismo
Ningún escritor ha logrado jamás complacer a lectores que no estuvieran aproximadamente en su mismo nivel de inteligencia general, que no compartieran su actitud básica ante la vida, la muerte, el sexo, la política o el dinero. Los dramaturgos son afortunados: con ayuda de los actores, pueden extender su mensaje hasta más allá del círculo de los espíritus afines. No obstante, hace sólo un par de años leí en los periódicos americanos las críticas más condescendientes de Medida por medida... la obra en sí, ¡no la producción! Si Shakespeare no puede complacer a todo el mundo, ¿por qué intentarlo siquiera nosotros? Esto significa que no vale la pena esforzarte por interesarte en algo que te resulta aburrido. Cuando era joven perdí mucho tiempo intentando describir vestidos y muebles. No sentía el menor interés por los vestidos ni por los muebles, pero Balzac experimentaba hacia ellos un apasionado interés, que consiguió comunicarme mientras le leía, así que pensé que debía dominar el arte de escribir excitantes párrafos sobre armarios si quería ser algún día un buen novelista. Mis esfuerzos estaban condenados y agotaron todo mi entusiasmo por aquello que me había propuesto escribir en primer lugar. Ahora sólo escribo sobre lo que me interesa. No busco temas: cualquier cosa en la que no pueda dejar de pensar es mi tema. Stendhal dijo que la literatura es el arte de la omisión, y omito todo lo que no me parece importante. Describo a las personas sólo en los términos de sus acciones, afirmaciones, ideas, sentimientos que me hayan escandalizado/intrigado /divertido/deleitado a mí mismo o a otros.No es fácil, por supuesto, ser fiel a lo que realmente nos importa; a todos nos gustaría ser considerados personas llenas de curiosidad por todo. ¿Quién asistió jamás a una fiesta sin fingir interés por algo? Pero cuando escribes tienes que resistir la tentación, y cuando lees lo que has escrito, siempre debes preguntarte: “¿Me interesa de verdad esto?”.Si te complaces a ti mismo –a tu yo verdadero, no a un concepto imaginario de ti mismo como la más noble de las personas que sólo se preocupan por los niños hambrientos de África–, tienes la posibilidad de escribir un libro que agrade a millones. Esto es así porque, quienquiera que seas, hay en el mundo millones de personas más o menos parecidas a ti. Pero nadie quiere leer a un novelista que no piense realmente lo que escribe. El best sellter más ramplón tiene una cosa en común con una gran novela: ambos son auténticos.
10. Serás difícil de complacer
La mayoría de los libros nuevos que leo se me antojan a medio terminar. El escritor se contentó con hacer su trabajo más o menos bien y luego pasó a algo nuevo. Para mí, escribir empieza a ser emocionante de verdad cuando vuelvo a un capítulo un par de meses después de haberlo escrito. En esta fase lo miro menos como autor que como lector, y por muchas veces que reescribiera originalmente el capítulo, todavía encuentro frases que son vagas, adjetivos que son inexactos o superfluos. De hecho, encuentro escenas enteras que, aunque ciertas, no añaden nada a mi comprensión de los personajes o de la historia y, por consiguiente, pueden eliminarse.Es en este punto cuando examino el capítulo durante el tiempo suficiente para aprendérmelo de memoria –lo recito palabra por palabra a cualquiera dispuesto a escuchar– y si no puedo recordar algo, suelo descubrir que no era correcto. La memoria es un buen crítico.
Publicado originalmente en Writers’ Monthly, julio 1985.

viernes, 10 de abril de 2009

El New York Times opina sobre el más reciente documental de Errol Morris

http://movies.nytimes.com/2008/04/25/movies/25stan.html

Botero pinta el horror de Abu Ghraib

http://www.revistadiners.com.co/noticia.php3?nt=24663

Cali: ciudad sin identidad, sin identificados por Lina M. Sánchez C.

Un verso a Cali que ha contemplado mis pasos
Un verso a Cali que ha calmado la sed de sus árboles con mis lágrimas
Un verso a Cali, ciudad que se ha alimentado de hombres porque ellos así lo han decidido.
Un verso a Cali…
Verónica, hace dos años, decidió irse. Dejó de pisar el suelo que era cómplice de sus pensamientos, de la infinita locura que diariamente la acorralaba. No lo hizo por ingratitud. Al igual que muchos que empezábamos a poner los pies en la tierra, decidió irse porque sentía que Cali ya le había cerrado las puertas. No la juzgo, yo también decidí hacer lo mismo.

Verito recorría las calles caleñas, fijándose en ese suelo que siempre pasa por desapercibido para muchos; creía que así le agradecía que se alimentara de sus terribles delirios. De camino hacia el único amor que ha tenido en su vida, el teatro, dispersaba su mente pensando en ese centro donde “nuestro padres ganaron la guerra y nosotros ganamos la paz”. Era ahí donde ella sentía que “se vivía la guerra y se vivía la paz”. Cree aún, estando lejos, que su ciudad está sentenciada por nuestras burlas, nuestros gritos, nuestras quejas, porque vemos a Cali como un espacio lleno de tierra y cemento. Creemos que esta ciudad que pierde su esencia con los años y se convierte paulatinamente en un lugar sin identidad, no nos compete; como si fuéramos ajenos a ella.

Juan David, creció viendo a Cali como la ciudad del guaguancó. Se alimentó de recuerdos que nunca vivió, sobre una ciudad que se convertía en solar, sobre una Cali, que se convirtió en calabozo, sobre un Caliwood distorsionado. Considera al igual que Verónica, que la obra de Andrés Caicedo, que ahora ronda en cada esquina, es actualmente, un lugar común: no significa nada. Cree que Caicedo se ha convertido en un ser descontextualizado, le han arrebatado la significación de su obra. Cree que Cali, distorsiona las ideas y las maneja según su propia conveniencia.

Juan, ve que las grandes construcciones de hace más de un siglo, que se extienden a lo largo de este suelo, y que según él, alguna vez fueron símbolo de civismo y cultura, ahora son sólo manifestaciones del horror “ladrillos puestos en un perfecto orden que refugian a mil gandules con sus familias y comercios ilegales”

Un profesor, asigna a su clase, la tarea de hablar sobre la juventud caleña: ¿Qué significa ser joven actualmente en Cali? Y sin que él lo note, las miradas empiezan a chocar. Entre sus estudiantes empieza a rondar la pregunta: “¿Cómo así?” Se empiezan a escuchar los comentarios “¡qué mamera hablar de eso!” “Pero eso es algo muy global, ¿cómo lo abarco?” Además, después dice que no podemos abarcar el texto a partir de generalidades, y nosotros, que no estamos acostumbrados a observar con detenimiento nuestra realidad, nuestra ciudad, y la vemos como un simple suelo, quedamos más confundidos.

Pues bien, igual tengo que responder esa pregunta, pero confieso que cuando se me ocurre mirar con detenimiento a “las personas del futuro” de mí ciudad, surge un eco en mi cabeza. Al igual que Verónica y Juan David, quienes son amigos míos, considero que la juventud de Santiago de Cali, ha tergiversado toda una tradición, ha distorsionado el pasado, para excusar la manera en que piensan; o en el peor de los casos, se han olvidado de ese pasado.

El eco surge no sólo, por lo que significa ser joven ahora, sino por lo que Cali quiere que sean los jóvenes, y por lo que les ofrece para serlo. Puedo decir que por un lado, ser joven en Cali, es salir de fiesta desde el jueves a la sexta, Granada, al Parque del Perro; por otro lado, es ir al TEC (Teatro Experimental de Cali), a Lugar a Dudas, ir a San Antonio, ir al Cali Underground que organiza cada año la Secretaría de Recreación, participar en las marchas contra los circos, ser parte del grupo antitaurino. Lo que para un grupo de jóvenes, significa ir a Granada un viernes a bailar, para otros se puede convertir en ir a Univalle un viernes hasta que lo saquen. En conclusión, ser joven ahora podría significar pertenecer a un grupo, poder encasillar. Lo que hace que un joven se sienta útil, es identificarse con algún rótulo social.

Sin embargo, Cali espera que nosotros seamos el futuro de la ciudad; espera que el silencio que caracteriza a los caleños, sea roto por alguien joven, que traiga ideas nuevas. Cali espera “líderes, comprometidos con la patria”, espera que el civismo por el que alguna vez sobresalió, sea recuperado por nosotros. Cali espera que la solución a todos sus problemas, sean los jóvenes. ¡Qué terrible falla! esperar que nosotros seamos la solución, cuando es Cali la que nos cierra las puertas al querer solucionar sus problemas.

Ser joven actualmente en Cali, no está ligado específicamente a lo que es Cali. No está ligado a lo que nos ofrece, no es un crecimiento conjunto entre la ciudad y el joven, no nace del amor que sentimos por la ciudad. Por eso, no juzgo las preguntas y los comentarios que surgieron el día que a un profesor se le ocurrió hacer esta pregunta. Porque Cali, ha dejado de ofrecerse para ser conocida, ha dejado de ser intrínseca a nuestro ser. No juzgo el hecho de que ahora, se escuche más vallenato y reggetton, que salsa. No juzgo el hecho de que el TEC ya no se llene, y que seamos muy pocos los que disfrutemos lo mínimo que nos ofrece la ciudad. No juzgo que veamos a Cali como un lugar vacío, como un espacio que sólo alberga piedra, tierra y cemento.

Para ser joven en esta ciudad, no se necesita conocerla de antemano; actualmente las tribus urbanas que se forman, son lo único que necesitan los jóvenes para sentirse útiles en la sociedad. Útil en el sentido de sentirse pertenecientes a un espacio, sentirse partícipes de algo. ¿Acaso los emos, representan en algo a Cali?, ¿Los jóvenes que van a la sexta, son Cali? A nosotros no nos importa si nos reconocen como caleños; nos importa ser reconocidos dentro de un rótulo social, que no necesariamente va ligado a esas costumbres de la “Sucursal del Cielo”. Esta sucursal, se ha quedado sin representantes.

Qué desalentador es, que se sientan más caleños, los jóvenes del pacífico que han sido desplazados. Que sólo porque Cali les ofrece el Petronio Álvarez, sientan ésta tierra; y no les importe que esta ciudad, también les cierre las puertas. Qué desalentador es también, que muchos otros jóvenes que nacieron en Cali, no sepan qué es el Petronio, y que sólo piensen en Cali, como la rumba desenfrenada, como la feria de los diciembres.

Al igual que Verónica y Juan David, pienso que ésta Cali, que se ha quedado sin identidad, no tiene un significado trascendente para los jóvenes; es un lugar más. Sus muros, han reprimido la historia. Ser joven en Cali, no es lo mismo que ser un joven caleño; la diferencia radica en que si eres de los primeros, consideras a esta ciudad como un lugar común; y si eres de los segundos, no existes.

Tal vez, para el profesor que hizo esa pregunta aún no quede claro qué es ser joven actualmente en Cali; sé que he hablado más de la ciudad, que de los jóvenes. Pero es precisamente, porque como lo dije antes, de mi cabeza surge un eco al tratar de unir la palabra Cali y la palabra joven.

…Ciudad donde los desesperados se encuentran entre sí
Angustiados por una vieja sentencia,
Sentencia que al pasar de los años se convirtió en sentencia de desgraciados
Sentencia poco entendida de autoría de un viejo caleño con gracia
Alimentada de luchas, ciegos ocultos y otros no tanto
Cali recibe a diario mil pasos en el pavimento
Pasos en donde marcamos nuestra historia
Pasos que significan Cali.
Verónica Coral.