miércoles, 25 de marzo de 2009

Una buena ubicación por Román Andrés Jiménez Oviedo

Debéis saber cortesanos, que no suelo detenerme en lo que significa este país; creo que no podría hacer mucha diferencia. Quizá no me atrevo a compararlo con otro porque no tengo con qué. Siempre nos detendremos a pensar acerca de lo que significa la vida. No puede ser más cliché, ni será nada nuevo -tampoco lo más común-, pero creo que somos muchos quienes nos hemos preguntado sobre qué significa nuestra existencia. Y creo que ninguno ha quedado satisfecho con la respuesta. No sé; la historia indica que todo se remonta a Grecia. Es dicho que los primeros grandes pensadores, los primeros que se atrevieron a especular lo que es la vida, vivieron en Grecia. Aquellos hombres –ni una sola mujer- impulsados por quién sabe qué, fueron adelantados del pensamiento verdadero. Tenían tiempo libre. Es sabido que la filosofía es resultado de nuestro bien apreciado ocio. Del ocio, todo lo que hago; del ocio, el interés. Por ocio pienso, por ocio me ocupo, por ocio me aburro. Fue por ocio que humanistas, existencialistas, vitalistas, fueron lo que fueron y así lo hicieron saber al mundo. La historia es la prueba. Por esto agradezco al ocio, porque por él una de las cosas que me mantiene expectante por vivir, existe. Porque por él podemos tomarnos 5 minutos a la espera un auto, esperando al mesero con la carta, o justo antes de dormir, para pensar en realidades y existencias. Para pensar nuestra existencia.

Quiero hablar de la vida de un joven en Colombia, en una ciudad metrópoli, en una universidad pública. Lo haré desde la perspectiva de un joven, de lo que significa la vida para él. Quiéralo o no, estaré hablando por mí. Las condiciones –edad y ubicación geográfica- fueron sentadas para que me aplicaran. Sería un idiota si no tomara tanto mi propia experiencia como la ajena en mi beneficio.

La vida de un joven sigue ciertos parámetros, cumple con ciertos cánones como la de un niño o un adulto. No son reglas absolutas pero son tendencia. De un niño se espera que estudie y que juegue; eso es un niño normal. Un adulto de edad media debe trabajar, probablemente tener una familia, hijos, y velar por ellos; su familia y su trabajo son su vida. De un adulto mayor quien ya ha vivido lo que debía, no se espera mucho: que tenga una pensión, que malcríe a sus nietos de tenerlos, que sea atendido atentamente en las reuniones familiares. Los jóvenes podrían ser más que jugar, trabajar o esperar la muerte. Es una edad crítica, los adultos pueden dar fe, o quisiera ver a algún padre no preocupado por lo que hace su hijo adolescente. Para la ley colombiana, joven es aquel entre los 14 y los 26 años. Habrá quien no esté de acuerdo pero es sólo para haceros a una idea. Cuando hablo de una edad crítica no quiero comprender todo ese rango; más bien quisiera hablar de aquellos entre los 16 y los 21. A los 16 supongo que se empieza a buscar una identidad. Tal vez antes se puedan hacer pequeños intentos. A los 16 estás cerca de terminar una etapa de tu vida académica; los conflictos y diferencias que habían empezado con tus padres hace unos 3 años no desaparecen pero tu capacidad analítica es mayor. Aún eres un ignorante pero a los 16 podrías estar cerca de saberlo. La edad en que lo que más se necesita, y por tanto lo más esquivo, es estabilidad. De los 16 a los 21 se forja lo que será el adulto; se adquieren sus consecuencias. La única causante de todas las desventuras que se puedan vivir, tiene nombre propio: responsabilidad. La sola idea de sentir, como nunca antes lo habíamos hecho, que le debemos algo a alguien que no seamos nosotros mismos, nos apabulla. Nos sentimos impotentes frente a una sociedad expectante a nuestro más mínimo movimiento. Que la humanidad espere algo de ti -que muchas veces ni siquiera sabes qué es- es algo difícil a acostumbrarse. La vida de un joven transcurre entre ires y venires en un mundo de incertidumbre. Puede ser fácilmente la etapa más difícil de la vida. Claro que cuando se deja atrás, será también la que más enseñanzas habrá dejado.

Ahora la vida en Colombia. No muy diferente a la vida en Cali. Quizá los pocos factores en que no coincidan Cali y el resto de Colombia pueden deberse a razones propias de cada lugar, como el clima por ejemplo. Colombia en el 2.009 es un país con historia. Somos un país relativamente nuevo cuando nos acercamos a nuestro bicentenario. Colombia no ha sido siempre guerra y violencia, pero éstas sí han sido frecuentes invitadas a nuestra historia. Basta mirar atrás al día cuando todo empezó. Nuestros antepasados en cierta reyerta con un florero o algo así, se sublevaron ante el yugo español dueño de estas tierras para la época, y consiguieron para nosotros lo que hoy somos, Colombia. Más recientemente han sido intereses sobre todo políticos los que han escrito nuestra historia con sangre. Liberales, conservadores, un caudillo, campesinos, guerrillas. Un joven colombiano hoy, no podría decir que vive en una sociedad violenta si tuviera idea de la que sus padres vivieron. Afortunadamente, aunque a muchos cueste admitirlo, son tiempos alentadores los que se están viviendo. El país, mal que bien, está progresando; así las oportunidades habrán de hacerlo. Nuevos horizontes prometedores se abren a nuestros jóvenes. La desigualdad social no ha desaparecido y no lo hará en algún tiempo; por esto lo que aquí se afirme por supuesto que no aplicará al último joven colombiano. Sólo hablamos de tendencias.

Ahora una ciudad como Cali, cerca del pacífico colombiano. Cuando dije lo de las diferencias y el clima lo hice pensando en Cali. Medité sobre en qué podría diferenciarse la vida de un joven caleño a la de uno bogotano por ejemplo. Inmediatamente pensamos en el estilo de vida, no sólo de la juventud sino de toda la población. Pese a ser ambas ciudades desarrolladas y con un presuroso ritmo de vida, el caleño como el costeño o el negro, emanan algo difícil de ver en la capital: jovialidad. No hay otra explicación que el clima. Y es que quien podría ser jovial y vivir riendo, saltando y bailando todos los días, con temperaturas de 8°C. No culpo a mis amigos del interior. Las dificultades existenciales que su naturaleza le impone a un joven caleño, parecieran tener menos protagonismo entre tanta alegría. Aún así nunca se irán del todo. De nuevo al clima, pero es que días soleados y la brisa que dicen sólo se siente aquí a las 5 de la tarde, impiden a cualquiera, joven o viejo, amargar su vida. Pero no todos pueden ser igual de felices; debe haber diferencias. Ya llegamos a que el clima nos hace felices a todos sin excepción, pero qué es entonces lo que nos impide a todos los caleños ser un ejército de clones que sólo ríe y baila. Bueno, es aquí donde pasamos a analizar al individuo desde un plano más cerrado, desde una categoría menos generalizadora. La estructura de círculos para analizarlo se hace más estrecha. Las diferencias sociales son las que hacen de los jóvenes caleños, unos diferentes de otros. En un país con desigualdad social la diferencia está al orden del día. Tal vez algún día copiemos el modelo chino de ciudades sin estratificación social, pero sólo eso. Es en las diferencias sociales donde prioridades, costumbres y expectativas toman rumbos separados. Un buen laboratorio para ser testigos de esta variedad es un recinto educativo. En Cali el más grande y por ende el de más variedad es la Universidad del Valle, universidad pública, 10.000-15.000 estudiantes, “en pie de lucha”, y con mucha tela por cortar.

En Univalle el día a día transcurre entre las horas de clase, la hora del almuerzo, más clases y algún momento de esparcimiento. Por ser una institución de carácter oficial –no necesariamente pública- la gran mayoría de estudiantes está entre los estratos 1, 2 y 3. Del 4, 5 y 6 también hay, pero lejos en cantidad de los primeros. Al caso no importa la falta de equilibrio pues lo que haremos será tomar un individuo promedio, trabajaremos con nuestro modelo estándar construido a través de la experiencia propia. Hay diferencias desde el mismo momento de ingresar a la universidad. Para el estudiante de estrato bajo éste será el logro más significativo de su vida y por ello será reconocido por su familia porque de ella no son muchos los que lo han logrado. Para el de estrato alto será una aventura que quiso tomar al no ir como sus compañeros a una universidad privada. Ya estando adentro la prioridad del primero será la que se supone siempre debería ser, es decir el estudio. Cuanto más baja la condición social más interés por el estudio se verá. Claro que últimamente una nueva generación de básicos inconscientes se toma las aulas. Estos pseudo-pirobos* tienen como prioridad construir una imagen, una imagen de pirobos. Aprenden por imitación pero por más que lo intenten no pueden ser iguales a estos jóvenes adinerados. Fácilmente los puedo distinguir. Adoptan todas las habitudes de estos jóvenes de situación económica afortunada, como vestir indumentaria de marca, olvidar el estudio y dedicarse a pensar en la rumba del viernes. La historia se invierte. Los jóvenes de estrato 4, 5 y 6 que tenían esas costumbres que los nuevos ricos están imitando, son cada vez menos. Ahora son ellos quienes gracias a la mejor academia que poseen, sientan sus prioridades en el camino adecuado. Parece que cada vez más están dejando esa banalidad para los que vienen tras de ellos.

No todo en Univalle se trata de básicos e inteligentes. También hay deportistas, artistas, bohemios. Todos jóvenes con problemas. Estoy seguro que en la mejor universidad de Reikjavic los jóvenes tampoco tienen una vida perfecta. Es la naturaleza humana, es la naturaleza de los jóvenes. Una etapa llena de problemas ante la que no hay nada que hacer excepto esperar que pase. Siempre habrá una salida al final, la madurez, o una salida de emergencia, el suicidio. Es éste último lo “peor” que podría ocurrir, pero eso es porque desconocemos el significado de la muerte. Al final cuando se habla de juventud es porque se hace desde una visión retrospectiva, desde la adultez, es porque no tomamos la salida de emergencia. Por la juventud, lo único que podemos hacer es buscar una buena ubicación para observar, sentar patrones de comportamiento y compartirlos. Todo por simple ocio.

*Pirobo: Gomelo// Joven en situación económica favorable.

1 comentario:

  1. "Aún eres un ignorante pero a los 16 podrías estar cerca de saberlo" A los 21 sabrás que sigues siendo un ignorante e ignorarás si prefieres saberlo conscientemente o volver a la tranquila ignorancia inconsciente.

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